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Ilán Greenfield - Concert report - Cubanismo - Paris - 27 de julio - 2003

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photo: Peter Maiden
escrito por Ilán Greenfield ©2003

A través de Francia, varias disposiciones propuestas por el gobierno actual de ese país atentan contra el amplio medio del espectáculo y por mantenerse a flote económicamente y salvaguardar su dignidad, todos los artistas, músicos, actores, sonidistas, tramoyistas y demás implicados han optado por recurrir a toda serie de huelgas y manifestaciones. Desde hace un mes, más o menos, un sinnúmero de eventos han sido anulados, conciertos saboteados, presentaciones interrumpidas en pleno trajín y obras de teatro suspendidas por falta de personal. Llegamos hasta el Parc Floral del Bois de Vincennes siempre propensos a perder el viaje y predispuestos a la anulación del programa anunciado meses atrás.

En este caso, se esparaba la participación de Jesús Alemañy y su ¡Cubanismo! en marco del Festival de Jazz de París. Después de una corta espera en fila, se colmaron graderíos y alrededores para la asistencia gratuita del último día del festival. El acto abridor, un trío de músicos satisfactoriamente habilidosos en sus instrumentos, que tocaban música jazz con el ostentoso lema de «mejor lucirse que pasar por inadvertidos» llegaron al final del primer número sudando de individualismo musical, deteniendo su quehacer artístico para darle paso a sus necesidades políticas. El resto de su presentación, muy al orden del día en estos tiempos, fue reservado a sermones activistas en procura del apoyo popular, ante las estipulaciones advenedizas de la centro derecha. Se invitó a un orador especializado que proceda a la profundización del tema, y al momento de sugerir quizás que se continuara la velada con un debate general entre el público y el equipo de escenario, en lugar de la banda de fondo (que muy probablemente, para él y muchos otros franceses presentes, se trataba de otro grupo de músicos afligidos por la política actual del país que no sólo estarían de acuerdo, sino también acostumbrados, a resignar su participación escénica) el organizador del evento no pudo más que detener con urgencia el mítin improvisado. «¿Qué sucede?» preguntó inquieto el hombre del micrófono. Algo tipo «la banda cubana espera que termine su discurso para subir al escenario» le fue dicho a voz limpia y con ello, su semblante enfervorizado repentinamente se transformaba en desilusión completa. Su fiesta había sido aguada. El conferenciante sólo tuvo en estas palabras un consuelo futil: «Como Cuba no tiene estos problemas, esta noche no habrá debate», y a pocos minutos de abandonar el podio, una fiesta, de las de verdad, se apoderó de la tarde parisiense. Estallaba la salsa cubana en todo su esplendor.

Los catorce músicos de ¡Cubanismo! tardaron segundos en ubicarse en el escenario y echar a volar su propuesta bailable. Lo que al inicio mostraba carencias en cuanto a originalidad, brillaba por su precisión. De hecho, si algo demostró el equipo musical que se presentó la tarde del domingo 27 en Vincennes, fue su incapacidad de cometer errores. El primer tema, un son bastante tradicional, comandado por la sonora voz y coqueta personalidad de Rolo Martínez, nos recordaba un poco al trabajo de Sierra Maestra. El Sr. Martínez, muy accesible entre los franceses por ser mayor de edad y recordatorio de los miembros de Buena Vista Social Club, amasó inmediatamente simpatizantes a su favor. Esto se veía únicamente en las caras, pues los franceses, afincados a sus asientos y para nada dispuestos a bailar, no se inmutaban ante el espíritu movedizo de la música. Quizás les pesaban las piernas a causa del persistente discurso que venían de escuchar. Para los más latinos, sin embargo, está introducción a la música de ¡Cubanismo! fue de muy buen gusto. Una nostalgia profunda se apoderaba inmediatamente de nuestros corazones y un escozor en las plantas de los pies vaticinaba el levantamiento en masa a venir. Era salsa, ejecutada al pie de la letra. Ya para el segundo tema, todos estábamos de pie… es decir, todos los latinos, 10% del público presente.

El segundo tema, sin embargo, desconcertó a la mayoría, incluyendo a varios de los propios latinoamericanos que ya se bamboleaban a voluntad, confinados al metro cuadrado de sus asientos. En varios pasajes de la canción, se inmiscuía algo novedoso e intrigante, una marea cálida y eufórica que empezaba a nublarnos la vista, y que intermitentemente nos dejaba agitados y guindantes. No sabíamos cuando iba a llegar, pero de pronto estaba ahí, revolviéndonos el estómago. Era un sentimiento que seguramente muchos nunca habían sentido antes. Yo sabía lo que era, y aún así no podía contener el retorcijón interior que me producía. Era el estado musical que Cuba adentro y Cuba afuera están llamando «la timba», y desbordaba de los músicos como agua del lodazal.

¡Cubanismo!, una banda de virtuosos que tocan salsa, jazz y música tradicional cubana con una calidad y profesionalismo irrefutables, es además, en concepto, la amalgama total de los estilos que adornan al Caribe de ayer y de hoy. Este concierto no fue la excepción, pues, aún si todo lo que tocaron fue en un marco salsero, el jazz, el reggae, el mambo, el cha-cha-chá y la rumba no estuvieron nunca lejos de la superficie. Y con esto, también podemos decir que la timba fue la gran protagonista, la flamante inclusión.

Anonadados mirábamos al relampagueante bajista Roberto Riverón imponiendo su velocidad imparable y su habilidad inaudita de colocar las notas necesarias en todos los rincones olvidados. Por detrás, una hermosa partitura para instrumentos de viento hacía de esta música muy placentera, y el complemento perfecto de la brisa veraniega que recorría la «Belle Paris» (como la habría llamado el propio Alemañy en uno de sus intentos por hablar el francés). El bombo de las pailas nos apretujaba fuerte con cada pulsación, las melodiosas líneas de los tumbaos de Peruchín -- sí, el de NG -- si bien no impresionaban al grado que lo hicieren en los 90, mostraban su holgada experiencia de oficio y solvencia musical admirable. Y de a poco se nos hacía evidente que estos intérpretes, cada uno de ellos, eran un acontecimiento musical de por sí.

Y cómo no decirlo, porque en realidad, en sus momentos de mayor libertad, en el apogeo de emociones que les causaba la música que tocaban, estos músicos recurrían a lo más entrañable de sus trayectorias, a la timba cubana. Y los presentes lo sentíamos como embestidas sobre nuestros cuerpos, levantábamos los brazos instintivamente, nos veíamos inundados. Estaban tocando salsa, pero todos los músicos eran timba. Carlos Alvarez, Roberto Riverón y Papiosco, ex-Klímax; Pérez Pérez y Peruchín, ex-NG; Jorge Maza, ex-Charanga Habanera; Pepe Espinosa, ex-Bamboleo y ex-Dany Lozada… o sea, varias de las bandas contemporáneas más importantes, representadas.

Además, tuvimos la oportunidad de conocer a un nuevo rostro en el campo vocal. Jesús Cantero, probablemente el miembro más joven de la banda, le dotó a la música de una energía especial, la cual evidentemente ha sido muy influenciada por el estado actual de la música en Cuba. Protagonizó varios de los temas menos tradicionales del concierto.

Por su parte, el afable director de orquesta y maestro trompetista Jesús Alemañy mostró ser un hombre humilde y simpático, sumamente extrovertido al dirigirse al público que a penas comprendía su atropellado estilo de inglés, pero recatado en cuanto a su música se refiere, tocando con criterio y nunca poniéndose en medio de los demás con excesos ni soberbia. El set, uno largo y corrido que duró aproximadamente dos horas, incluyó dos números no bailables, por llamarlos así, colocados en la mitad del concierto, durante los cuales tuvimos la oportunidad de apreciar la calidad solista de los intérpretes, especialmente en manos de Pérez Pérez y Pablosky Rosales, un tresista cuya inclusión en ¡Cubanismo!, junto a la de Rolo Martínez, no permiten que la música del conjunto pierda su sabor tradicional. El Sr. Pabloski, al igual que Pérez Pérez, son ambos solistas excelentes y devolvieron la familiaridad a los oídos del público con sus trazos de jazz corriente y son folclórico.

Hubieron momentos de éxtasis total, Riverón embistiendo violentamente contra su bajo, la percusión tocando un opus de un minuto y más de ritmos complejos en sincronía, solos arrebatados del propio Alemañy, Alvarez, y Peruchín y preciosas interlocuciones de la banda entera, con champolas de metal entrelazándose con coros traslapados y plurirritmos de parte de los percusionistas. Paulatinamente se iba desvaneciendo la pesadez de los tiempos políticoadminstrativos y quedaba sólo gozo y baile. La depresión general del estado actual en que se encuentra el mundo del espectáculo francés, el cual a conllevado a caras largas entre el público y la falta de voluntad de presentarse y de hacer arte, música y teatro de los propios intérpretes (¡en un círculo tradicionalmente tan rico en el plano cultural!), fue aplacado por la energía inatajable de estos cubanos briosos. No sólo que tocaron más largo de lo esperado, pero como si estuviesen al tanto de la falta que al público le ha causado todo este malestar político, económico y social, regresaron para rendirnos dos bises más que duraron más de 10 minutos cada uno, la multitud para este entonces totalmente extasiada, imitando lo que no entendían, saludando a su líder, Jesús, como a amigo callejero, saltando de arriba para abajo como niños de primaria, rompiendo el aplomo de sus caderas, dejándola que corra libre ante el viento deslizante y la melosidad del trópico. Aparentemente la salsa y la timba pueden con todo.


El hecho
¡Cubanismo!, banda cubana que viene tocando desde su fundación en 1995, realizó un concierto al aire libre en el Parque Floral del Bosque Vincennes en marco del Festival Parisién de Jazz. ¡Cubanismo! se presentó con: Jesús Alemañy, trompeta, director; Eduardo Rodríguez, trompeta, Carlos Alvarez, trombón; Jorge Maza, saxo y flauta; Rolando Pérez Pérez, saxo alto, Rolo Martínez, Gardi Vásquez y Jesús Cantero, voces, Pablosky Rosales, tres y voces; Rodolfo «Peruchín» Argudín, piano; Roberto Riverón, bajo y voces; Eduardo Lavoy, bongó; Jorge Luis «Papiosco» Torres, tumbadoras y José Espinosa, pailas.

martes, 22 marzo 2011, 07:32 pm